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La comunicación y la historia.

Hace una semana realicé un viaje en coche de más de 1300 km junto a mi padre y a mi mejor amigo, Felipe. Fuimos por el lado este de la Argentina, desde Tandil, mi ciudad natal, hasta la ciudad de Corrientes dónde vive mi hermano, Francisco.

Después de más de 10 horas de carretera, al pasar por la entrada de un pequeño poblado perdido en el noreste argentino vimos un cartel que con orgullo ponía “ Curuzú Cuatiá, Primer Pueblo Patrio”.

Nos preguntamos cuál sería el motivo de esta autoproclamación, nos parecía muy extraño que allí, tan alejado de los mayores polos urbanos y económicos del país se haya gestado el primer asentamiento argentino.

curuzu cuatia
Nació con la patria

Al igual que cualquier persona normal y coherente hubiera hecho, lo primero que hicimos fue consultarlo con el señor Google pero, por estar en pleno viaje, la falta de cobertura no nos permitió conseguir la respuesta que estabamos buscando y, gracias a ellos, dejamos volar la imaginación.

-“…Quizás fue por la cercanía con Brasil, para marcarles un límite en la época de las colonias…”

– “…Tal vez esté relacionado con la Guerra de la Triple Alianza que se le hizo a Paraguay, seguramente tenga alguna relación…”

-“…¿Será que los españoles venían desplazando a los aborígenes desde el norte del continente y aquí se asentaron por primera vez en nuestro territorio?…”

Cada uno de nosotros daba una idea y cada idea era debatida sin ningún conocimiento previo lo suficientemente sólido para justificar nuestras opiniones.

Varios kilómetros más adelante, cuando pudimos tener cobertura en nuestros móviles y, después de revisar un poco las redes sociales y contestar algunos mensajes, buscamos la respuesta para sacarnos la duda.

Resulta que Curuzú Cuatiá fue el primer poblado en ser fundado después de haber sido proclamada la Revolución por la Independencia Argentina en mayo de 1810.

primer pueblo patrio argentino
varias décadas atrás

Un silencio nos invadió por algunos segundos hasta que Felipe decidió romperlo con una nueva pregunta:

“¿Y cómo hicieron en aquella época para hacer llegar la noticia hasta Buenos Aires, o a todo el resto del país de que acaban de fundar el primer pueblo luego de declarada la revolución?”

Un nuevo debate nos ocupó varios kilómetros de charla, imaginándonos sobre las complejidades por las que pasaría una persona a comienzos del siglo XIX para poder comunicarse, sobre cómo sería su vida cotidiana y sobre aquello que consideraría la normalidad.

Todo era debatible y cada debate traía nuevas ideas. Nos pusimos a filosofar incluso sobre el cableado que veíamos al costado de la carretera.

-“¿Y cómo habrán hecho para comunicar todo el país por medio de cables?¿Te imaginas lo que habrá sido eso para las personas de aquel entonces? Sentirían que estaban hiperconectadas por poder hablar a miles de kilómetros solo levantando el tubo de su teléfono”.

Las primeras tecnologías
Las tecnologías de ayer

Poco a poco el debate fue llegando a nuestros días, nuestra normalidad, la tecnología y las facilidades que tenemos en cuanto a la comunicación.

Nos preguntamos si no sería demasiado, si la calidad de vida sería mejor ahora que antes, si la desinformación podría hacernos vivir con menos preocupaciones o si el exceso de información nos trajo más problemas que soluciones.

Poco a poco el foco se fue yendo hacia la dependencia que nos genera la tecnología y principalmente las redes sociales.

Comenzamos a tener ese sinsabor ético de sentirnos algo culpables por formar parte de la comunidad tecnológica de nuestros días, y por dejar muchas veces la vida de lado mientras miramos reels de instagram.

Mientras los kilómetros pasaban como el mate pasaba entre nuestras manos la charla se ponía cada vez más interesante y las formas de abordarla eran más variadas.

viajando por argentina
Viajar en Argneitna be like

Por suerte, la conclusión de este debate tuvo una mirada un poco más positiva. Contando anécdotas propias y ajenas nos dimos cuenta que no está todo tan mal como parece.

Por ejemplo, como nos acababa de ocurrir, gracias a la tecnología podíamos aumentar nuestro conocimiento y tener respuestas al instante sobre dudas que de otra manera sería más tedioso despejar.

Además, las redes sociales nos ayudan a mantener el vínculo con muchas personas con las que la distancia o la rutina nos dificultaría mantenernos en contacto permanente si no existiera la tecnología como hoy la conocemos.

Seguramente haya muchos pros y muchas contras sobre los avances tenológicos en cuanto a la comunicación, pero esto no deja de ser una herramienta a la cual cada uno decide qué uso darle y dónde ponerle un límite.

No son las redes sociales el problema, sino el uso que cada uno les da.

Sin embargo, luego de este viaje llegue a la conclusión de que a veces es mejor no tener cobertura, dejar el móvil de lado por algunos kilómetros para poder debatir y mirarnos a la cara con un familiar, con un amigo o con quien sea que la vida nos haya puesto en frente.

PD: El fundador de Curuzú Cuatiá fue uno de los mayores próceres argentinos: Manuel Belgrano, quien estudió en la Universidad de Salamanca… gracias Google por el dato.

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